viernes, marzo 17, 2006

Diplomática Violencia

Los poros comienzan a sobre oxigenarse y saturarse cuando es imposible conciliar el sueño, cuando piensas en lo que fue y en lo que viene, en lo que dijiste y en lo que no deberías o podrías haber hecho, aún cuando el futuro más próximo en tu vida sean las siguientes cuatro horas que quedan para presenciar el amanecer nuevamente, con los ojos entreabiertos e histéricos, plagados de estáticas rojas arañas.

Mis manos entre mi pelo, se convierten en furiosas raíces tratando de escarbar la tierra para poder vivir, para nacer denuevo, se curvan como recargándose de energía para salir de ahí, de eso, de mi cabeza, de mí, de todo, tratando de cavar hoyos en el cráneo, para enraizarse, para que los pensamientos se fuguen como gas desde una válvula abierta, silenciosos, discretos, imperceptibles, de pasos panteréscos y quizás intencionales, tratando de evadir los testigos. El testigo.

¿Y qué es lo que podría haber hecho, porqué, qué? Para dormir quizás haber estado despierta en ese momento, en ese instante en que mirabas hacia tu derecha preocupado, mi cuerpo inerte en el asiento del copiloto, podríamos quizás no haber tomado, o haber entrado a donde íbamos a entrar, o no haber zafado las órdenes, haber matado, o no transgredido las leyes. Y todo lo que se podría haber hecho terminó en un montón de moretones dolorosos, en montañas de remordimientos, de angustias y de miedos. En una patrulla exacta, castigadora y amenazante, en una grúa, en lluvia, en ti y en mí en un frío hospital.

No voy a dejar que nos separen, lo repetí entre balbuceos y búsquedas descontroladas de tus manos o tu cara, al menos diez veces mientras tratabas de zafar tus piernas del asiento, mientras tratabas de salvarme, no voy a dejar que nos separen, mientras me ayudabas a empujar la puerta para salir y buscar ayuda, no voy a dejar que nos separen, mientras los carabineros tomaban mis brazos y me alejaban de ti, interrogándote, sofocándote, y yo congelada en una patrulla, tratando de observarte, pensando y odiando mis vicios, mis excesivas culpabilidades, cerrando los ojos para poder perdonarme, una vez más, para eliminar las piedras de mi conciencia.

Si yo no hubiese tomado, mientras ingresábamos al hospital por esos pasillos interminables, grises, fríos y mojados, si yo no hubiese tomado, mientras te inyectaban la jeringa maldita, si yo no hubiese tomado, mientras constataban mis heridas culposas.

Quería verte y las gigantes puertas de acero se cerraban ante mi, tras de ti, laberinto asqueroso lleno de gemidos tortuosos de cientos de dolores ajenos que se convierten en tu dolorosa condena y en mi merecida perpetuidad.

Quizás ellos lo sabían, como tu madre, sabían que no debería haber hecho tantas cosas, que no debería haber permitido tantos asaltos, y por eso cerraban las puertas, y yo desesperada jurándote en el alma que no nos iban a separar, que nadie entendería, que el silencio era lo mejor, que sí, sería justo que me apedreen, que ..si yo no hubiese tomado, que si yo no hubiese muerto a ratos estaría a tu lado hoy, en paz, en esa paz que tenemos constantemente hasta que se corta con el viento de la distancia, la inminente distancia que ha venido a jodernos, mierda!
Mierda! justo cuando mi alma estaba a punto de blanquearse, la culpa es insistente, mi magia negra es eterna, los vidrios, el auto, todo destrozado, tu alma, tus papeles, mis sentimientos, tus ojos, tus piernas afiladas, mis huesos huecos.

Si yo no hubiese hecho tantas cosas, que hija de puta.

A ratos tus manos temblorosas lograban alcanzar las mías, y yo te miraba con ojos de culpa vergonzosa, te sentía tan fuerte, tan fuerte como nunca te vi, como siempre quize verte. Y tu, tú me mi mirabas con los mismos ojos, pero tuyos, con los que perdieron el camino por mirarlos a éstos, a los míos malditos, cegadores, encandiladores de prohibiciones, para hacerlos despertar, por evitar que se fueran, para hacer que me quede. Gritabas con tus manos. Tus manos me encontraban, me buscaban cuando no respondía, cuando tiritaba, estaban frías, petrificadas, en ese momento y para siempre.

Mojados hasta el alma, caminamos, caminamos y caminamos...
Tú pensando en tu vergüenza y yo sabiéndome culpable bajo una diplomática violencia

Tú pensando en que decir, y como siempre, yo

diciendo nada.

2 comentarios:

El Rockanrólico dijo...

Siempre masticas las palabras mas que yo y terminas decorando las murallas eternamente. Siempre haces que mi pecho se rompa y se reconstruya en solo una linea. Ahora intentemos cerrar los ojos nuevamente entre un ovillo de abrazos...Te Amo Lolita.

Buenas Noches.

Carlos Siegel dijo...

Si esa gente que nunca estará a nuestra altura no hubiese llegado, hubiesemos entrado...quizas se hubiese abierto la gente, yo te hubiese mirado y prometido bailar toda la noche, nuestros caminos esa noche tomaron distintos rumbos.
Me queda el consuelo que te vi.
Tu mirada me queda grabada cuando nos despedimos, siempre.

tE AMo desde la visceras

El Perro